Femme Fatale

Veronica Lake fue la primera en ser considerada la mujer fatal por excelencia y junto a Alan Ladd (conocido por aquél entonces como «el asesino angélico de la pantalla») constituyó lo que sería la plantilla original de las parejas míticas del género.
La pareja Lake-Ladd fue la primera en triunfar y se convirtió en la pareja ideal del cine negro. Ella transformándose en un mito y él en un ídolo admirado hasta el extremo.
Su famoso peinado «peek-a-boo-bang» fue adoptado por la inmensa mayoría de mujeres que se veían reflejadas en él como parte de su identidad. Dos marinos descubrieron una isla en el Pacífico y la bautizaron como «Verónica» en su honor y el Departamento de Aviación estadounidense prohibió por ley a las empleadas de fábricas de paracaídas llevar ese peinado porque dificultaba la visión entorpeciendo su trabajo en las máquinas de coser y provocando accidentes. El gobierno pidió a la Paramount que su vamp suavizara su look. Todas querían ser Veronica.
En 1943, Barbara Stanwyck era la actriz mejor pagada de Hollywood y sus interpretaciones encarnaban a la perfección la ambigüedad y la situaban en el límite entre el bien y el mal. Una adorable malvada con una boca inconfundible.
Otra femme fatal fue sin duda Lizabeth Scott, que desplegaba todas sus armas en «Callejón sin salida» junto a Bogart, llenando la pantalla con su presencia y sensualidad.
Gene Tierney, anteriormente modelo publicitaria, tenía un aspecto sumamente angelical. Podía convencer a cualquiera con solo mirar su rostro felino, mezcla de inocencia y misterio. Su papel en Laura, de Otto Preminger le valió todo el reconocimiento gracias a la fe depositada en ella por parte del director, que pese a la insistencia de los productores decidió darle a ella el papel. Y acertó, sin duda.
También modelo en sus inicios, Lauren Bacall, encarnaba una mezcla de rebeldía e insolencia, altivez incluso, en sus interpretaciones. La bautizaron como «la vamp del silbido» por su célebre frase en Tener y no tener: «Si me necesitas, silba; ¿sabes silbar, no? Pones tus labios juntos y soplas», le decía al bueno de Bogie, que solamente podía asentir con la mirada. Durante ese rodaje, contrajeron matrimonio.
Lana Turner con su cabello envuelto en la toalla blanca de El cartero siempre llama dos veces, era la tentación hecha carne para John Garfield que no podía hacer otra cosa que sucumbir ante sus encantos aunque fuese a costa de cargarse a su marido y a quien hiciese falta para acabar junto a ella.

En cuanto a Rita Hayworth terminó, a pesar de haber rodado más de sesenta y cinco películas, siendo únicamente recordada como Gilda. El papel que la había catapultado al estrellato más alto y a la vez le había puesto una losa de peso insalvable encima. Su papel en La dama de Shanghai, envuelto en el sentimiento de amor-odio hacia Welles de quién ya se había divorciado, quedará siempre en el recuerdo de los que siempre la veremos como una actriz de lo más versátil y capaz de dejar inmersas en nuestra retina imágenes inolvidables.
Ava Gardner con veinticuatro años protagoniza Forajidos. Hizo de una hermosísima malvada, y John Houston comentó de ella: «Percibí en ella algo básico, elemental, una aspereza violenta, aunque ella se esforzaba en ocultarlo».
En el film noir abundan las parejas míticas que constituyen tándems perfectos complementando la trama a partes iguales y dotándola de múltiples matices en el desarrollo de la acción. Bacall-Bogart, Lake-Ladd, Tierney-Andrews, Bennett-Robinson… Mitchum-Jane Greer o Mitchum-Ava Gardner, Glenn Ford-Gloria Grahamme; Ida Lupino-Robert Ryan, Ann Sheridan o Virginia Mayo-James Cagney, odiándose a veces y otras amándose, pero siempre cargando de atractivo la pantalla.

Imágenes © Copyright de los respectivos autores

Todo sobre el cine negro

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar